Monstruos Invisibles [1999] es un libro al que llegué, como no podía ser de otra manera, de casualidad, y cuya lectura me resultó tan bizarra como reveladora.
Así que se podía.
Se podía, se puede escribir de forma totalmente diferente, se puede narrar alterando continuamente la línea del tiempo.
Antes de sentarme a escribir, he buscado algo de información en Google sobre este libro, y las reseñas que he podido encontrar dicen que trata sobre la belleza en el mundo actual, sobre la aceptación y la rebuscada historia de una modelo que sufre un accidente que le desfigura el rostro. También hablan del estilo Palahniuk, de sus personajes, de las controvertidas historias que suele contar.
Yo he tenido la suerte de que no había leído nada suyo antes de Monstruos Invisibles. No estaba condicionada en ese sentido ni para bien ni para mal. Es un pequeño volumen que encontré en una estantería, por casa, y que empecé a leer casi por distracción, sin imaginar siquiera lo que me esperaba a la vuelta de cada página.
No os voy a contar la historia que cuenta [o, mejor dicho, que se deduce de] el libro, porque pienso que resumir la historia es una traición para un libro que comienza [aunque no es el principio estricto], así:
No esperéis que esta sea una de esas historias que dicen: y luego, y luego, y luego.
Lo que ocurre se parecerá más a una revista de moda, al caos de Vogue o de Glamour, con numeración en cada segunda o quinta o tercera página. Caerán bolsitas de perfume, y mujeres desnudas a toda página surgirán de la nada para venderos maquillaje.
No busquéis un índice, enterrado, como suele ocurrir en las revistas, a veinte páginas de la portada. No busquéis nada en absoluto. Tampoco existe una pauta real para nada. Las historias empiezan y, tres párrafos después:
Saltan a una página cualquiera.
Y vuelven a saltar.
[...]
Recordad, tal como ocurre en Vogue, que no es necesario seguir los saltos de cerca.
Continuarán en cualquier página.
Por más que lo intentes, siempre tendrás la sensación de haberte perdido algo, el sentimiento metido bajo la piel de no haberlo vivido todo. Ese corazón abatido te dirá siempre que has pasado por alto momentos en los que deberías haberte fijado.
Bien, acostumbrémonos a esta sensación. Algún día, la vida se reducirá sólo a eso.
Todo es cuestión de práctica. Esto no tiene importancia.
Ni que decir tiene que las bolsitas de perfume o los desnudos femeninos a los que alude los irá descubriendo el lector como dosis regulares de lo más embriagador y perverso que pueda imaginar. Para leer más fragmentos, pincha aquí.
El argumento de la historia no puede ser contado. Si, [pensaréis], ya os he dicho que trata de la vida de una modelo antes y después de un accidente que le desfigura el rostro, pero la mayoría se olvidan de reseñar que no es una mujer normal, no es una modelo cualquiera. Nuestra narradora es un mujer con una personalidad extrema, que muchos psiquiatras no dudarían en diagnosticar con uno o varios desequilibrios. Pero eso no nos importa. No importa qué diagnóstico le daría un examen mental. Importa que es ella la que nos está contando la historia, y lo hace de una forma increíblemente desordenada y llena de realidades ocultas.
Lo cuenta así porque es la única forma en que ella podría contarlo. Es, sin duda, lo más desconcertante que he leído. De hecho, no se parece a nada que haya podido leer antes.
El libro nos presenta unos personajes cuyo mundo está obsesivamente invadido de maquillaje, cirugía plástica, drogas, y falsas apariencias. Y cada trocito de realidad nos es contado a través de la visión particular de este personaje, que lo ve todo a través de varias capas de diferentes colores. Es posible que al lector le ocurra, como me ocurrió a mí, el sentir que somos nosotros, los lectores, los que estamos viendo la realidad a través de varias capas de tul y sedas estampadas, y que somos incapaces de reconocer la realidad, la verdadera realidad que se nos cuenta, de tantas apariencias simultáneas que se nos presentan y nos confunden.
Concentrada en su trabajo, haciendo planes como la estilista que es, Brandy Alexander empieza a sacar el tul de su bolso, tul rosa, encaje y ganchillo, y a ponérmelo en la cabeza.
Dice:
-No necesitas usar maquillaje. No
necesitas lavarte. Un buen velo es el equivalente de unas gafas de
sol de espejo para tu cabeza.
Un buen velo es como no salir de casa,
me dice Brandy. Enclaustrada. En la intimidad. Saca un trozo de
chiffon amarillo. Me cubre con una tela de nailon estampada. Tal como
es el mundo en que vivimos, todos apiñados, un mundo donde la gente
te cala al primer vistazo, un buen velo es como una limusina con las
lunas tintadas. El número no registrado de tu rostro. Bajo un buen
velo puedes ser cualquiera. Una estrella de cine. Una santa. Un buen
velo dice:
«No nos han presentado debidamente».
Eres el premio oculto tras la puerta número tres.
Eres la dama o el tigre.
En nuestro mundo, donde ya nadie sabe guardar secretos, un buen velo dice:
«Gracias por no compartir.»
-No te preocupes -dice Brandy-, otros rellenarán los espacios en blanco.
Lo mismo que hacen con Dios, dice.
Por supuesto el tono general del libro no es ni de lejos tan amable como en estos dos pequeños ejemplos. Sus páginas nos van contando las piezas de un puzzle, que, como pildoras, nos dan pequeñas dosis de odio, envidia, enajenación, rencor y cierto humor negro que, como tragos de licor, nos ayuda a ir digiriendo poco a poco todo lo que vamos averiguando. Desde el mouseion recomendamos su lectura a aquellos que estén buscando experiencias literarias distintas, y estén abiertos a seguir una historia que desde luego no les dejará indiferentes. Para los indecisos, les dejamos aquí más fragmentos.
Por supuesto el tono general del libro no es ni de lejos tan amable como en estos dos pequeños ejemplos. Sus páginas nos van contando las piezas de un puzzle, que, como pildoras, nos dan pequeñas dosis de odio, envidia, enajenación, rencor y cierto humor negro que, como tragos de licor, nos ayuda a ir digiriendo poco a poco todo lo que vamos averiguando. Desde el mouseion recomendamos su lectura a aquellos que estén buscando experiencias literarias distintas, y estén abiertos a seguir una historia que desde luego no les dejará indiferentes. Para los indecisos, les dejamos aquí más fragmentos.
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