El Quinto Elemento

Hoy vamos a hablar de El Quinto Elemento, película que cumple nada menos que veinte años y que todos recordamos con cariño y una cierta nostalgia de aquel futurismo amable de los Supersónicos mezclado con una película de género Bruce Willis. Porque Bruce Willis se ha convertido en un género propio, y en esta película se ejemplifica muy bien, como veremos a continuación. La película proponía esta vez algo distinto y tentador: el quinto elemento, el ser humano que salvará al mundo, es una mujer. Veamos, o mejor dicho, revisemos entonces esta película escrita y dirigida por hombres en la que es una mujer la que salva a la humanidad. No se lo vayan creyendo mucho no vaya a ser que se lleven luego una gran decepción. Aviso, no embarquen si no están dispuestos a llegar al final del viaje.

La película comienza en Egipto en 1914 cuando un profesor descubre, descifrando unos bajorrelieves en un templo perdido del desierto, que cada vez que se alinean tres planetas, es decir, cada 5000 años, aparece el Mal, el Mal Absoluto y sin matices que tanto les parece atacar a los protagonistas de las películas, especialmente si son estadounidenses. Ese Mal sin motivo ni causa que sólo busca la destrucción de la vida entera y que se queda en un mal algo naif y pone inmediatamente a todo el resto de la humanidad al otro lado de la batalla, con los estadounidenses a la cabeza, como no podría ser de otro modo. Solo un quinto elemento, simbolizado como una figura humana (recuerden esto al final de la película), en conjugación con los otros cuatro (fuego, tierra, agua y viento), podrá vencerlo.

Entonces aparecen unos extraterrestres con apariencia de grandes y pesadas máquinas, y abren la pared del templo milenario con una pequeña llave que guardan, abriendo una cámara secreta en la que se encuentran las cuatro piedras situadas sobre unos tótems, alrededor del quinto elemento en forma de sarcófago. Por supuesto esto es una alusión implícita a esa idea que recorre algunas imaginaciones de que las pirámides y los templos egipcios fueron construidos por visitantes intergalácticos que sembraron la semilla de la inteligencia y la civilización humana por puro altruismo para luego marcharse..., y volver de vez en cuando a visitar a algunos de nuestros cielos cuando las cámaras no están mirando para asegurarse de que todo marcha según lo planeado. 

En fin, en la película, estos seres bonachones no quieren causar ningún perjuicio, ya que son protectores de la humanidad y de la vida entera del universo, y se llevan las piedras y el sarcófago a fin de custodiarlos hasta la próxima aparición del Mal.

Y el Mal vuelve a aparecer, 300 años después, en forma de astro en llamas, que tan pronto se solidifica, como multiplica su tamaño por dos, como absorbe satélites para llamar por teléfono y comunicarse en un perfecto inglés. Son las cosas que tiene el Mal Absoluto.
Cuando los custodios de las piedras vuelven a la tierra para cumplir con su deber, son emboscados por otros guerreros extraterrestres, los mangalores, mercenarios a sueldo de un tal Zorg, (Gary Oldman), empresario subcontratado a su vez por el Mal Absoluto para que se haga con el poder de las piedras. Le llevan el maletín, pero está vacío. 

La cuestión es que la nave queda destruida y aparentemente sólo sobrevive una especie de mano metálica que recoge el ejército de los Territorios Federados, cuyo presidente ha sido previamente alertado por Cornelius, el sacerdote descendiente de aquella orden secreta que custodiaba el templo egipcio en el que todo empieza. (Merece la pena fijarse en los otros asesores que tiene el presidente).

Estos Territorios Federados no se sabe muy bien qué comprenden, pero tienen sede en Nueva York y su presidente está interpretado por Tom Lister Jr. Hay que reconocer a esta película ser una de las pocas en las que aparece un presidente negro. Si bien todos tenemos en mente a Morgan Freeman en este papel, hasta la década de los 90 apenas hubo un par de películas en las que se dio esta posibilidad, siendo la primera un cortometraje de los años 30 llena de clichés y chistes al respecto y la otra The Man (1972), en la que se aborda esta hipótesis de forma más seria, siendo uno de los temas principales de la película. (A este respecto invitamos a nuestros lectores a que nos ilustren si conocen más ejemplos anteriores a 1997, ya que no hemos encontrado otros). La famosa interpretación de Freeman en Deep Impact que hizo mella en los espectadores parecería un buen referente de El Quinto Elemento, si no fuera porque esta última se estrenó un año antes. Ejemplos como estos fueron los que provocaron la reflexión del cómico Jon Stewart: "Normalmente, cuando ves a un hombre negro o a una mujer como presidente, un asteoride está a punto de impactar contra la Estatua de Libertad", comentario al que no le falta razón y que sería digno de un estudio con más profundidad. 

En El Quinto Elemento no se da especial importancia a que el presidente sea negro (siendo un asunto tan inimaginable en aquel momento), dada la circunstancia de que lo que preside es una Confederación que presumiblemente comprende otros planetas o por lo menos habitantes extraterrestres. Además, el personaje no se ve afectado por grandes clichés, si no que se le ve humano, con sus dudas y limitaciones, pero que al fin y al cabo intenta hacer lo que sea mejor y es medianamente competente, a pesar de que, como suele pasar en las películas del género, al final siempre depende de la pericia de un hombre, normalmente solo, exmilitar, blanco, y un poco desquiciado, que acaba salvando el mundo en el último minuto. Y aquí es donde aparece Bruce Willis.

Y decimos que esta es una película de género Bruce Willis, porque creemos que realmente se ha ganado un espacio propio dentro del género de la acción, incluso de esa acción del fin del mundo o de grandes catástrofes. Bruce Willis es ese héroe débil en cierto modo, que no sobresale por su fuerza ni su dominio de las artes marciales, sino por su astucia, y que además suele encontrarse visiblemente perjudicado desde el principio. Su mujer lo acaba de dejar, le despiden, ha tenido un accidente y le han disparado un par de veces, y se tira todo el resto de la película sin descansar ni un momento, con la camiseta rota, heridas y yendo a peor. Siempre está hecho mierda, vamos, y encima tiene ingenio para contestar. 

Como dato adicional, además de todo lo que le pasa en esta película, tiene que soportar las llamadas de su muy pesada madre que siempre le está demandando atenciones y abroncándole.

Bien, dado este panorama, en la Tierra están analizando esa extraña mano que ha sobrevivido de la nave, orientados por el sacerdote Cornelius que no para de recordarles que es un ser perfecto. Resulta que tiene mucha más información genética que ningún humano corriente. Y ahí empieza la reconstrucción, en una escena paradigmática de la película.

Al principio todos se quedan sorprendidos de que sea una mujer. Cuando empiezan a sacarle fotos, ella empieza a convulsionar y finalmente cobra vida hablando un idioma extraño. Cuando el jefe del ejército se acerca a ella, consigue romper el cristal y escapar, saliendo al exterior y caminando por una cornisa, desde donde se ve acorralada y acaba saltando al vacío. 

Bien, paremos un momento. Tenemos al ser supremo que salvará al mundo, único papel femenino hasta el momento (salvo la madre de Willis, que sólo habla por teléfono), rodeada argumentalmente de todos los poderes encarnados por hombres: el poder religioso y de conexión con el Bien encarnado por el sacerdote Cornelius y su ayudante, el ejército y el poder político, el Mal y sus emisarios (suponemos que el Mal Absoluto no tiene sexo, aunque cuando habla tiene voz de hombre), y Bruce Willis que sería el poder de un hombre solo, ese poder (tan de película) que supuestamente podría tener cualquiera lo suficientemente valiente y puro de corazón (y fuera de sus cabales) que se enfrenta al mundo entero y gana. Pues bien, este Ser Supremo y perfecto, al que se le supone una cierta superioridad sobre todos los anteriores, lo primero que hace es tirarse de una cornisa. Es la primera vez que nos preguntamos qué habría sido del Ser Supremo si no llega a pasar por ahí Bruce Willis.

Después de una persecución policial con coches voladores y varios anuncios descarados de McDonalds (suponemos que algo debieron invertir, si bien es una película francesa en coproducción con EE.UU.), por supuesto Willis salva a la chica que ya anda medio desmayada y susurra el nombre de Vito Cornelius antes de hacerlo del todo. Porque ese es otro defecto del Ser Supremo, se desmaya mucho. No sabemos si por el hecho de ser mujer y esa erótica del desmayo (que trataremos en otra ocasión), que consiste básicamente en ese mito tan extendido de la Blancanieves de turno que está desmayada, sin vida o al borde de sus fuerzas, a la que a veces se le levanta un poco el vestido, y cuya única salvación es un hombre, siempre fuerte y lejos de desmayarse, que la toma en sus brazos y se enamora de ella (a veces incluso en ese mismo momento, mientras ella está inconsciente) y la despierta con su amor, ya sea con un beso o una caricia y una mirada penetrante. Esa escena que habremos visto repetida miles de veces. 

En fin, Willis la lleva a la casa del sacerdote y, cómo no, intenta despertarla con un beso. Es aquí donde Leeloo (Milla Jovovich), el Ser Supremo, despierta violentada y nos da una breve satisfacción (y algo de fe en ella como salvación del mundo), cuando hace saltar por los aires toda esa escena de Blancanieves apuntándole a Willis con un arma y diciendo "No sin mi permiso".

Bien ahí, Leeloo. Alguien tenía que decirlo. Hay que resaltar que varios hombres (el científico, el sacerdote...) se pasan casi toda la película remarcando que Leeloo es perfecta, aunque nunca se especifique exactamente por qué, salvo en la escena en la que Bruce Willis vuelve a casa y le cuenta a un amigo por teléfono que "le ha caído una de esas buenas carreras que no puedes rechazar", a lo que el amigo le contesta: "¿cómo de buena?", y él, con un primer plano que se le va acercando poco a poco a los ojitos tiernos, responde: "1,70..., ojos azules, piernas largas, piel suave..., sabes, perfecta". Esto evidentemente empieza a hacernos sospechar.

Quizás para compensar un poco lo anterior, la escena cambia y vemos a Leeloo aprendiendo inglés (y artes marciales, entre otras cosas) mirando una pantalla que repasa el vocabulario a toda velocidad, en lo que será seguramente lo más sobrenatural que le veamos hacer. Esta escena pudo inspirar a los creadores de la entonces venidera Matrix (1999) en esa famosa escena en la que Neo aprende Kung Fu.

Es más o menos en este momento cuando el ejército se da cuenta que su única salvación es Willis, exmilitar de alto rango, condecorado y demás, para que se haga cargo de la misión de conseguir las piedras, en posesión de un ser de confianza, como es la famosa diva Plavalaguna, que actuará en un recital benéfico en Fhloston Paradise, un planeta cercano. La mejor jugada que se le ocurre entonces al ejército es amañar un concurso de una famosísima radio que sortea dos entradas para el evento, en un alarde sin precedentes de inteligencia estratégica. El general pretende que Willis viaje con una mujer militar como su esposa a lo que este, después de mirarla, responde que ni de coña. Entonces el general la mira de arriba a abajo y le pregunta a Willis: "¿por qué no?". La pregunta queda en el aire porque aparece Leeloo, a la que el general inexplicablemente no reconoce por el visor después de haberla visto escapar esa misma mañana.

Evidentemente, tanto Cornelius y Leeloo como Zorg y sus lacayos van tras esas entradas y todos empiezan a caer en el apartamento de Willis sin encontrarse unos con otros, policía incluida. A todo esto Leeloo ha estado a punto de morirse otra vez, ahora de congelamiento, y Bruce vuelve a salvarla en sus brazos.

Tras una escena de aeropuerto con ambiente espacial que sin duda nos recuerda a otra película también del año 1997 como es Men In Black,  entra en juego uno de los personajes más recordados de la película, Ruby Rhod, el histriónico presentador del programa de radio cuyo sorteo ha ganado supuestamente Willis.

Atención con este personaje divertido y algo afeminado porque es un firme candidato al más machista de la película. Él mismo es otro divo con su séquito de hombres andróginos, e inyecta una buena dosis de humor ridículo (de hecho a lo largo de la película le veremos encarnar a la perfección el rol del compañero estúpido y chillón del héroe, que tanto nos hace reír). En este momento de la película, cuando el avión va a despegar, vemos una escena en la que Rhod "seduce" (muy entre comillas) a una azafata, cuyas piernas se levantan al tiempo que el avión cobra potencia, y una serie de asociaciones visuales muy poco elegantes que se suceden hasta que termina el despegue. Hay que resaltar que hasta ahora todas las mujeres que aparecen en la película (salvo la militar robusta que ni habla), son trabajadoras de cara al público que llevan unos trajes con amplios escotes y que están hipersexualizadas (todas hermosas, por supuesto, y risueñas); y que este personaje, Ruby Rhod, contribuye a sexualizar si cabe todavía más.

De nuevo, imaginamos que para compensar la posición en la que quedan las mujeres en estas escenas, Leeloo tiene un arranque de Ser Supremo cuando está con Willis en el compartimento en el que viajan. Este intenta explicarle que no están de vacaciones, que tienen una misión importante y bla bla bla..., y entonces Leeloo le hace callar diciendo: "Yo, Quinto Elemento..., Ser Supremo..., yo proteger a ti". Bueno, está bien que lo digas, Leelo querida, pero me parece que visto lo visto tienes muy alta el autoestima. Y si no, esperen a ver. (Y que alguien me explique cuándo en su frenética carrera por salvar el universo ha aprendido esta mujer a maquillarse, por favor).

Total, que llegan al Fhloston Paradise que resulta ser una especie de nave en un planeta aparentemente acuoso, en la que los reciben con música y collares hawaianos, y donde por fin se nos presenta esta Diva Plavalaguna, quien, en nuestra humilde opinión, es realmente el Ser Supremo del universo, ahora veremos por qué. Esta diva alienígena se comunica por telepatía y puede ver a través de las paredes, y tiene un aura azul de divinidad que transforma la energía del lugar en que se encuentre. Así, le hace saber a Leeloo que le dará las piedras cuando termine el concierto (a través de una tercera persona). A partir de aquí se suceden un par de escenas que nos plantean muchas preguntas. Para empezar, no sabemos por qué Willis y Leeloo permanecen separados, perdiéndose ella el momento estelar del concierto de la diva, otra de las escenas más recordadas de la película. 

El único motivo que se nos ocurre para que Leeloo no esté es el propósito de no pasar adrede el test de Bechdel, además de una escena de lucha en la que el Quinto Elemento podrá amortizar su aprendizaje en artes marciales, en la que tampoco nos explicamos por qué la mayoría de los mercenarios ya no van armados y el único que conserva su arma queda sin munición.  

Al final, todo el esfuerzo de la chiquilla no sirve de mucho porque se acaba encontrando con Zorg, que sí va armado, y se ve obligada a darle el maletín, que está vacío (aunque ella no lo sabe), y se lleva de propina una generosa ración de disparos que le pasan muy cerquita. Después de lo cual, se vuelve a desmayar.

En este mismo momento los mangalores, en rebeldía, toman el control de la nave y entran disparando en el salón de la ópera, resultando la diva herida de un disparo. Antes de morir le dice a Willis que debe darle las piedras a Leeloo, el Quinto-Elemento-Ser-Supremo..., y le dice: "pero ella es más frágil de lo que parece" (hagamos el inciso de que hasta ahora Willis no la ha visto en su mejor momento, nunca), 

"... necesita tu ayuda, y tu amor..., o morirá". 

Aaacabáramos. Si este es el Ser Supremo y superior capaz de salvar al mundo que venga Dios y lo vea. A continuación, es la propia diva la que muere en los brazos de Willis, justo después de decirle que las piedras están "en ella", dando lugar a que Willis meta la mano en la herida de bala de su abdomen (haciendo gala una vez más de su exquisito trato de mujeres moribundas) y empiece a sacar esas cuatro piedras que vaya usté a saber cómo cabían en esa cintura. Otra duda que nos asalta es: ¿de qué manera no escatológica habrían salido las piedras de su cuerpo de no haber sido disparada? 

La diva muere entonces, y Bruce Willis, después de haber salvado a Rudy y a buena parte de los presentes, va en busca de Leelo, (que por ahora no ha sido capaz de salvar a nadie, ni siquiera a los asistentes de la diva que se encontraban en la habitación), que se encuentra de nuevo sola, llorando y pidiendo ayuda. Como curiosidad, (no sabemos si esto ayudará a despejar alguna de las incógnitas), la actriz que encarna a la diva, verdadero Ser Supremo y que muere aquí, es la exnovia del director, Luc Besson; así como la actriz que encarna al Quinto Elemento, su futura mujer. Curiosamente el personaje de ella muere para salvar de alguna forma a Leeloo. (Nunca rechazamos el poder de un buen simbolismo).

Aguanten porque viene la traca final. Ahora es cuando Willis, con el Ser Supremo en brazos, otra vez, se pega una carrera junto a Cornelius y Ruby Rhod hasta la nave de Zorg para escapar justo antes de que todo explote causando probablemente miles de muertos, algo que el presidente y su cúpula celebran brindando con champán. Hasta que se dan cuenta de que la esfera de Mal Absoluto ha empezado a moverse a gran velocidad. Es aquí cuando llaman a Bruce en una conversación que por supuesto no podía faltar en cualquier película de su género y que no nos resistimos a transcribir:

PRESIDENTE: Mayor Dallas, ante todo quiero saludar a un guerrero, es usted un brillante ejemplo....

WILLIS (interrumpiéndole): Señor presidente, ¡señor presidente! ¿puede decirme cuándo piensa ir al grano?

PRESIDENTE: De acuerdo. Una bola de fuego de 2000 kilómetros de diámetro viene hacia la Tierra, y no sabemos cómo detenerla, ese es el problema.

WILLIS: Uf..., ¿cuánto tiempo queda?

UN ASISTENTE DEL PRESIDENTE: Si mantiene su velocidad... una hora y 57 minutos.

WILLIS: Le llamo dentro de dos horas. (Y cuelga)

Tal cual. Bravo, Bruce, eso es exactamente lo que esperábamos de ti. Sin embargo Leeloo, que empezamos a pensar que aqueja del sistema nervioso, sigue con su aprendizaje del vocabulario y llega a la W, con la terrible palabra: WAR. Esto provoca que vuelva a desmayarse, en el momento más decisivo de la película y por ende de la supervivencia del universo. Llegan entonces al templo egipcio y colocan las piedras en sus respectivos tótems y a Leeloo en el centro. Entonces llega el momento de abrirlas. En una clásica escena final de película de género Bruce Willis (después de una vaguísima intervención de Leeloo que no cambia mucho, pues sigue medio inconsciente y apenas murmura "proteger..., hasta la muerte"), Willis descubre por un suspiro que la forma de abrir cada piedra es con su elemento: fuego al fuego, aire al aire, agua al agua y tierra a la tierra. Pero bien, ¿y Leeloo?, ¿cómo se abre ese Quinto Elemento?

Willis intenta despertarla diciéndole que sabe que está muy cansada y prometiéndole que cuando esto acabe se irán de vacaciones ellos dos solos [...], a lo que ella llorosa le responde que para qué va a salvar la vida si los humanos siempre acaban destruyéndose mutuamente, y entonces Bruce se pone tierno y le dice que bueno, que también hay cosas que merece la pena salvar... "¿Como el amor?", responde ella, "... no sé lo que es el amor, me hicieron para proteger, no para amar". 

Bueno, Leeloo, si te hicieron para proteger no se puede decir que te hayas lucido, querida. En fin, finalmente consigue arrancarle a Willis las palabras mágicas que tanto le cuesta pronunciar a un héroe duro como él, en un claro desenlace a lo Blancanieves en el que lo único que puede salvarla a ella (y al resto del universo) es que Willis le declare su amor con palabras y beso incluido, lo que hace que por fin el Quinto Elemento termine de salir de su desmayo y se abra, como las otras piedras. (Repetimos: solo después de que el héroe reconozca a regañadientes que la ama, es cuando Leeloo se vuelve útil por fin).

En conclusión, al final el Ser Supremo es Milla Jovovich con peluca y cinta adhesiva por el cuerpo, muy sexy, que por mucha información genética que atesore se pasa la mitad de la película desmayada o llorando y no hubiera sobrevivido ni cinco minutos si no llega a ser por Willis. Tampoco hubiera podido salvar el mundo o protegerlo, su suprema misión, si no llega a ser por él y su declaración de amor. A lo que cabe preguntarse: ¿qué tipo de Ser Supremo es este?, ¿cuántas veces en el cine un hombre (ni supremo ni perfecto) ha necesitado de una mujer o de su amor para salvar al mundo?

En otro orden de reflexiones, creemos que, dado que el acto supremo de protección, (sobre todo en el cine) es el propio sacrificio, es decir, el dar la vida por lo que quiere protegerse, el verdadero Ser Supremo que salva al mundo sería en todo caso la diva Plavalaguna, que de forma altruista guarda las piedras en su interior y muere dándolas cobijo. Y en todo caso, si nos olvidamos de seres supremos y sacrificios, el que al final salva realmente al mundo, como nos temíamos, es Bruce Willis, que tantas veces la salva a ella misma, y sin cuya declaración de amor Leeloo no hubiera podido siquiera abrirse y cumplir su cometido.

Y para los que quieran argumentar que el Quinto Elemento no es tanto Leeloo como el Amor, que ella simboliza y encarna junto a Willis, pues bien, en primer lugar para conseguir amor del bueno no necesitamos crear un ser supremo ni perfecto, ni poner en una inscripción antigua de Egipto una persona sola en medio de los cuatro elementos. Tendríamos entonces que remitirnos a esa idea del amor como única aspiración (y funcionalidad) de la mujer, que es al final lo que se deduce de la película, y que sobrevuela la gran mayoría de papeles femeninos que estamos cansados de ver y que tan bien explica Kate Millet en su famosa sentencia: 

El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos.

No hay mucho más que añadir, señorías. Al final Leeloo se queda con Bruce dentro de la cápsula haciendo amor que es, entendemos, para lo que ha venido al mundo. Así que si esperaban que esta mujer perfecta Ser Supremo salvara por una vez la vida entera del universo, tendrá que ser en otra ocasión. Mientras tanto seguiremos analizando estas películas míticas que tienen su lugar en el imaginario colectivo, y desentrañando lo que la ficción esconde.