I
En las series dramáticas diurnas ―me
dice Seth―, es imposible fijarse en nadie. En cada canal hay una
vida distinta, y las vidas cambian cada hora. Pasa lo mismo con esos
vídeos en directo que se ven en las páginas web. Puedes ver lo que
ocurre en el mundo entero sin que nadie se entere.
Brandy lleva tres semanas leyendo el
mismo libro.
―La televisión te permite espiar hasta
en los aspectos más sexy de las vidas de la gente ―dice Seth―. ¿No
te parece interesante?
Tal vez, pero sólo cuando llevas
encima 500 miligramos de progesterona micronizada todos los días.
Varios minutos de escenografía
transcurren al otro lado de la ventanilla. Tan sólo algunas
montañas, antiguos volcanes apagados,
las cosas que se ven al aire libre. Esas cosas intemporales y propias de la naturaleza, Materias primas en estado puro. Sin refinar.
Ríos contaminados. Montañas en mal estado de conservación. Suciedad. Plantas que crecen entre la basura. Condiciones climáticas.
las cosas que se ven al aire libre. Esas cosas intemporales y propias de la naturaleza, Materias primas en estado puro. Sin refinar.
Ríos contaminados. Montañas en mal estado de conservación. Suciedad. Plantas que crecen entre la basura. Condiciones climáticas.
―Y si de verdad crees que tienes libre
albedrío, entonces sabes que en realidad Dios no puede controlarnos ―dice Seth.
Seth aparta las manos del volante y las mueve para ilustrar este punto―. Y como Dios no puede controlarnos,
se limita a observar y cambiar de canal cuando se aburre.
Seth aparta las manos del volante y las mueve para ilustrar este punto―. Y como Dios no puede controlarnos,
se limita a observar y cambiar de canal cuando se aburre.
II
Pasemos a mí, en el mostrador del hotel, intentando poner ojitos seductores. Dicen que la gente se fija antes de nada en los ojos.
Tengo la atención del auditor de noche, del conserje, del director y de un empleado. La primera impresión es muy importante.
Debe ser por cómo voy vestida, o por la escopeta. Sirviéndome del agujero que tengo en la garganta, con la lengua colgando
y la cara entera hecha una puta cicatriz, digo:
―Gerl terk nahdz gah ssid.
Todos se quedan congelados por mis cautivadores ojos.
Tengo la atención del auditor de noche, del conserje, del director y de un empleado. La primera impresión es muy importante.
Debe ser por cómo voy vestida, o por la escopeta. Sirviéndome del agujero que tengo en la garganta, con la lengua colgando
y la cara entera hecha una puta cicatriz, digo:
―Gerl terk nahdz gah ssid.
Todos se quedan congelados por mis cautivadores ojos.
III
No hay coches aparcados en los
alrededores del Space Center; la gente está en casa viendo la
televisión, o siendo televisión,
en el caso de los que creen en Dios.
en el caso de los que creen en Dios.
―Quiero enseñaros dónde terminó el
futuro ―dice Seth―. Quiero que seamos de los que eligen el viaje.
Según Seth, el futuro terminó en
1962, en la Feria Mundial de Seattle. Ahí termina todo lo que
deberíamos heredar: el hombre llegó a la luna en esa década del
milagro del amianto, de la energía nuclear y el combustible fósil;
la era espacial, cuando podías subir a visitar el
apartamento-platillo volante de los Supersónicos y montarte en el
monorrail para ir hasta el centro de la ciudad y comprarte una
gorrita de moda, de esas tan divertidas.
Todas esas esperanzas,
investigaciones, ciencia y glamour está ahora en ruinas:
El Space Needle.
El Centro de la Ciencia, con sus
cúpulas caladas y sus globos colgando.
El monorraíl, que pasa como un rayo
cubierto de aluminio pulido.
Así es como se suponía que iban a
ser nuestras vidas.
Vayamos. Hagamos el viaje, dice Seth.
Se os romperá el corazón, porque los Supersónicos, con su criada
robot, Rosie, y sus coches voladores y sus camas tostadoras que te
tiran al suelo por la mañana, es como si le hubiesen subarrendado el
Space Needle a los Picapiedra.
―El Tang ―dice Seth―, el desayuno de
los astronautas. Y ahora la gente vine aquí con sandalias de cuero
hechas por ellos mismos. Sus hijos se llaman Jonás o Moisés, como
en el Antiguo Testamento.[...]
―La gente que ahora va al Space Needle tiene puestas las lentejas a remojo en casa y pasea entre las ruinas del futuro como los bárbaros cuando encontraron las ruinas griegas y pensaron que seguramente las había construido Dios.
―La gente que ahora va al Space Needle tiene puestas las lentejas a remojo en casa y pasea entre las ruinas del futuro como los bárbaros cuando encontraron las ruinas griegas y pensaron que seguramente las había construido Dios.
IV
Además, la histeria sólo es posible cuando tienes público. Todos sabemos lo que tenemos que hacer para conservar la vida.
La gente no hace más que joderte cuando reacciona como si todo lo que pasa fuera horrible. […]
La gente no hace más que joderte cuando reacciona como si todo lo que pasa fuera horrible. […]
Pasemos a cómo era la vida cuando eras un bebé y sólo podías tomar alimentos infantiles. Te acercas tambaleándote hasta la
mesita del café. Te pones en pie y tienes que mantener el equilibro sobre unas piernas que son como salchichas de Viena, o caer.
Luego llegas hasta la mesa y te das con la esquina en la tierna cabeza infantil.
mesita del café. Te pones en pie y tienes que mantener el equilibro sobre unas piernas que son como salchichas de Viena, o caer.
Luego llegas hasta la mesa y te das con la esquina en la tierna cabeza infantil.
Caes al suelo y, joder, como duele. Pero la tragedia no empieza hasta que llegan papá y mamá.
Ah, pobrecita, qué valiente.
Y entonces te pones a llorar.
V
―Y ahora ―dicen esos labios azul Plumbago―, vas a contarme tu historia como acabas de hacer. Escríbela toda. Cuéntala una y otra vez. Cuéntame tu triste historia durante toda la noche.
La reina Brandy me señala con un dedo largo y huesudo.
―Cuando comprendas ―dice Brandy― que lo que estás contando no es más que una historia. Que ya no está pasando. Cuando comprendas que la historia que estás contando no es más que un puñado de palabras, cuando puedas arrugarla y tirar tu pasado a la papelera, entonces decidiremos quién vas a ser a partir de ahora.
La reina Brandy me señala con un dedo largo y huesudo.
―Cuando comprendas ―dice Brandy― que lo que estás contando no es más que una historia. Que ya no está pasando. Cuando comprendas que la historia que estás contando no es más que un puñado de palabras, cuando puedas arrugarla y tirar tu pasado a la papelera, entonces decidiremos quién vas a ser a partir de ahora.
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